La serie Colección 1310, hace alusión a la altura de esta finca en Gualtallary y arrancó el año pasado con un Pinot Noir. Quizás esta inmediatez de probarlo tan al pie de la vaca, por así decirlo, marca una diferencia con el recuerdo de aquel otro tinto, con una impronta más reposada y hasta señorial si se quiere. El punto es que el nuevo Malbec se presenta muy fresco, vibrante y complejo. Hay mucha nota láctea, del toffee que en estas pampas bien podríamos llamar dulce de leche, con una especia compleja y todo atravesado por una mineralidad que le agrega tensión en boca. “Estamos tratando de hacer grandes vinos que reflejen su origen.- continua Ekkert – Y nos encontramos con características deseables y muy particulares que, sin embargo, también exigen criterio e interpretación. Por ejemplo la base de suelo calcáreo aporta esas notas de tiza o grafito que pueden resultar atractivas para un paladar entrenado pero que deben ser manejadas con tino porque sino acaban dejando una huella entre amarga y salina en el final de boca. Lo mismo sucede con los colores y los taninos. Mientras que en otros terroirs uno debe compensar, aquí la potencia y la exuberancia están tan presentes que hay que manejarlas con cuidado. En este caso lo que hicimos fue retardar la fermentación durante cuatro días a baja temperatura y, durante ese periodo ya pudimos sacar el color que queríamos y seguir ajustando otras variantes. El punto es que, ante el ímpetu del terroir aquí podríamos decir que, más que potenciar o tunnear el vino tenemos que sofrenarlo.”